Buenos Aires Herald editorial (Spanish version below)
In scenes that have become heartbreakingly familiar over the past four months, older adults demanding to live out their retirement in dignity were met by riot police outside Congress on Thursday.
In recent months, in line with President Javier Milei’s cuts to the state, pensions have been deliberately allowed to stagnate, a strategy the president has called “the chainsaw and the blender.” In March, the government announced that pension payments would be indexed to inflation and retirees would receive a 12.5% one-off increase. But the changes fall far short of the 71% inflation that had accumulated between Milei’s inauguration and the announcement.
To add insult to injury, Economy Minister Luis Caputo recently declared that payments for retirees in April would be delivered in two installments. The first will be paid starting April 10, while the second will begin one week later, on April 17, more than halfway through the month. In the meantime, payments pile up and bus fares, energy bills, deregulated food prices, and medical care costs continue to rise, and no, those purchases cannot be deferred.
According to an Amnesty International report on Milei’s first 100 days in power, pensioners have been the most affected by the administration’s slashing of public spending with no plan to alleviate the dire situation. For the first time since INDEC implemented new measurements in 2016, Argentina’s minimum pension (including bonuses) could not cover the total basic basket. When contemplating accumulated inflation and comparing it to a food basket specifically for pensioners, “[their] incomes are barely able to cover a third of what’s needed to avoid poverty.”
As the human rights watchdog pointed out, previous administrations have continually cast aside pensioners. Under Milei, pensioners have once again hit the streets in droves to fight for their rights, with groups like Jubiladxs Insurgentes (formed under the Mauricio Macri administration) continually targeted by security forces.
Thursday’s repression further exemplified how the dignity of our elders has become a lightning rod for this administration’s taste for social cruelty. Milei campaigned on the promise that his austerity, unlike previous modes of adjustment, would fall squarely on the shoulders of crony politicians and wasteful state companies with oodles of taxpayer cash to spare. The situation of Argentine retirees shows that his plan is the common-and-garden inflation we’re accustomed to — and it’s hitting the vulnerable the hardest.
The government’s rhetoric of casual indifference to the plight of senior citizens makes the situation even more jarring as we keep seeing videos of tearful elderly protesters and impassioned pleas for help. Asked about their situation, Milei defended his austerity policies by arguing that “there’s no money” and that when taking the population as a whole, pensioners were the segment with the least amount of poverty.
But in a television interview this week, Foreign Minister Mondino said the quiet part out loud, claiming she was against giving loans to retirees because “they’re going to die anyway.” As if more evidence was needed for this administration’s utter contempt for pensioners, deemed expendable in the name of austerity, while we watch them fight for their lives. They deserve better.
Milei prometió austeridad para políticos, pero su objetivo son los jubilados
El reclamo de los jubilados argentinos para no caer en la pobreza tuvo gas pimienta como respuesta. Se merecen algo mejor
El jueves pasado, en los alrededores del Congreso, adultos mayores que estaban exigiendo poder vivir sus años de jubilación con dignidad fueron enfrentados por la policía antipiquetes, una escena desgarradora que se ha vuelto habitual en los últimos cuatro meses.
En línea con los recortes al gasto estatal del presidente Javier Milei, se ha permitido deliberadamente que las jubilaciones se estanquen desde diciembre, una estrategia que el presidente ha llamado “la motosierra y la licuadora”. En marzo, el gobierno anunció que los pagos de jubilaciones estarían indexados a la inflación y que los jubilados recibirán un aumento único del 12,5%. Pero los cambios están muy por debajo de la inflación del 71% que se había acumulado entre la toma de posesión de Milei y el anuncio.
Para colmo de males, el ministro de Economía, Luis Caputo, declaró recientemente que los pagos a los jubilados en abril se entregarán en dos cuotas. La primera se pagará a partir del 10 de abril, mientras que la segunda llegará una semana después, el 17 de abril, más de la mitad del mes. Mientras tanto, los pagos se acumulan y las tarifas de colectivos, las facturas de luz, los precios desregulados de los alimentos y los costos de la atención médica siguen aumentando. Y no, esas compras no se pueden aplazar.
Según un informe de Amnistía Internacional sobre los primeros 100 días de Milei en el poder, los jubilados han sido los más afectados por los recortes del gasto público que el gobierno llevó a cabo sin ningún plan para aliviar la terrible situación. Por primera vez desde que el INDEC implementó nuevas mediciones en 2016, la jubilación mínima de Argentina (incluidos los bonos) no pudo cubrir la canasta básica total. Al contemplar la inflación acumulada y compararla con una canasta de alimentos específica para los jubilados, proyecta que “[sus ingresos] apenas alcanzarían a cubrir hoy un tercio de lo necesario para no ser pobres”.
Como señaló el organismo defensor de los derechos humanos, los gobiernos anteriores han dejado de lado continuamente a los jubilados. Bajo el gobierno de Milei, han vuelto a salir a las calles para luchar por sus derechos, con grupos como Jubiladxs Insurgentes (que se formó durante el gobierno de Mauricio Macri) continuamente atacados por las fuerzas de seguridad.
La represión del jueves ejemplificó aún más cómo la dignidad de nuestros mayores se ha convertido en un blanco principal del gusto por la crueldad social que este gobierno demuestra. Milei hizo campaña con la promesa de que su austeridad, a diferencia de anteriores formas de ajuste, recaería directamente sobre los hombros de los políticos acomodados y las empresas estatales que derrochan el dinero de los contribuyentes. La situación de los jubilados argentinos muestra que el plan es la inflación común y corriente a la que estamos acostumbrados, y que está golpeando más duramente a los vulnerables.
La retórica gubernamental de indiferencia total hace que la situación sea aún más chocante a medida que seguimos viendo videos de manifestantes jubilados llorando y pedidos desesperados de ayuda. Consultado sobre la situación, Milei defendió sus políticas de austeridad argumentando que “no hay plata” y que si se toma a la población en su conjunto, los jubilados son el segmento con menor nivel de pobreza.
Pero en una entrevista televisiva esta semana, la canciller Mondino reveló lo implícito a viva voz, afirmando que estaba en contra de darle créditos a los jubilados porque “se van a morir”. Como si se necesitaran más pruebas del absoluto desprecio de este gobierno por los jubilados, considerados prescindibles en nombre de la austeridad, mientras los vemos teniendo que pelear por sus vidas. Se merecen algo mejor.